Importancia de la prevención del suicidio en entornos escolares
Por Oswal Alonso
La investigadora Berenice Pérez Amezcua, del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología (CITPsi), impartió en el Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales (IIHCS) la conferencia «Riesgo suicida, detección temprana y acciones psicosociales desde el aula», en la que señaló que la necesidad de involucrar a estudiantes y profesionales en la prevención de muertes por suicidio, un tema que no debe tratarse a la ligera y donde existen preguntas clave para prevenirlo.
En la conferencia realizada el pasado 10 de septiembre en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, Berenice Pérez Amezcua, se centró en la identificación del riesgo suicida, los determinantes sociales protectores y de riesgo, herramientas de detección en entornos escolares, y acciones a tomar y a evitar.
La investigadora explicó que el riesgo suicida abarca desde pensamientos de muerte hasta la planificación e intento de suicidio. Señaló que la ideación suicida incluye pensamientos como «es mejor que no esté aquí» o el deseo de desaparecer; mientras que la conducta suicida, implica acciones con la intención de causar la propia muerte, que pueden ir desde intentos no consumados hasta letales, además aclaró que no todos los comportamientos de riesgo implican una conducta suicida.
Pérez Amezcua presentó datos epidemiológicos del año pasado, indicando que los hombres jóvenes, especialmente entre 15 y 19 años, presentan una mayor tasa de suicidio con un 19 por ciento frente al 8.6 por ciento en mujeres. “Esto se debe en parte, a que los hombres suelen utilizar métodos como el ahorcamiento o armas de fuego, a los que las mujeres tienen menos acceso, optando más por el envenenamiento”, dijo, por lo que sugirió la importancia de considerar la perspectiva de género en la prevención.
También desmintió mitos comunes sobre el suicidio, como que hablar del tema incita o que sólo busca llamar la atención, por el contrario dijo que hablar abiertamente sobre el suicidio ayuda a identificar oportunidades de prevención y que pedir ayuda es una señal de fortaleza, no de debilidad.
Además, refutó la idea de que los niños y adolescentes no se suicidan, destacando el aumento de casos en menores debido al aislamiento y la influencia de las redes sociales aumentó.
La investigadora presentó tres ejes para identificar y atender el riesgo suicida: personal, que se refiere al comportamiento individual; relacional que tiene que ver con problemas con la familia o amigos; y comunitario relacionado con factores ambientales como la violencia o la pertenencia a grupos minoritarios. También mencionó factores protectores como los vínculos sociales, las habilidades emocionales y la búsqueda de ayuda.
Finalmente, Berenice Pérez Amezcua mencionó ejemplos de programas de prevención exitosos, como el programa «Guardianes» de la UNAM, y la importancia de campañas de sensibilización y tamizajes para la detección temprana del riesgo suicida.

Fotos: José Luis Arroyo.