Bienestar animal y pobreza, un análisis de género

Por Oswal Alonso

Roselia Rivera Almazán, profesora investigadora de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (FDyCS) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), estudia el fenómeno de la normalización de la pobreza vinculado al problema de los perros que deambulan por la ciudad, ya que considera que desde una perspectiva de género, deben analizarse de manera correlacional.
La profesora investigadora, forma parte del cuerpo académico de Estudios Jurídicos Constitucionales de la FDyCS, con la línea de investigación en Derechos Humanos y Género, en la que realiza el estudio Análisis de género. Relación entre la pobreza y el bienestar de animales de compañía en México.
Rivera Almazán considera que el género, como construcción cultural que se elabora a partir de lo que se espera de ser hombre o ser mujer, constituye una categoría de análisis que puede ser útil para explicar la relación existente entre la pobreza que se vive en distintas regiones de México, atribuida, entre otras cosas, a la manera en que se perciben y ejercen los derechos reproductivos, que impactan tanto a hombres como a mujeres.
Parte de su trabajo académico, explica que, México ocupa el primer lugar en número de embarazos de adolescentes en el mundo y es una de una de las causas directas del bajo desarrollo económico del país, que es aliado de la pobreza y produce condiciones de desigualdad visibles en la calidad de vida de las personas según la colonia, municipio, estado o región que habitan.
Roselia Rivera establece en su investigación, que las diferencias no sólo se notan en la seguridad, los servicios públicos o el tipo de viviendas, “cobra mayor relevancia un fenómeno que se expone actualmente en las redes sociales y que evidencia el nivel de pobreza de las personas por las condiciones en las que mantienen a sus animales de compañía, que se han convertido en perros que viven deambulando en un entorno que ha normalizado la miseria”.
Rivera Almazán explicó que la situación de gatos y perros, son un reflejo de los hogares, de cómo piensa una comunidad en cuanto a esa reproducción, “hay situaciones alarmantes que no se advierten, por ejemplo, que los perros negros son los últimos que se dan en adopción, ya que hay un prejuicio racial hasta en el color de los integrantes de una camada y eso está documentado”.
En su opinión, es un problema de salud y seguridad pública, porque finalmente la sociedad normaliza el hambre y la romantiza con la frase: “donde come uno comen dos”, cuando la reproducción y el abandono animal son una realidad.
De ahí, que el objetivo de su trabajo es analizar de qué manera las construcciones culturales de género, en torno a la manera en que se perciben y se ejercen tanto los derechos sexuales como los reproductivos, se relacionan con la pobreza y qué relación directa guardan con la situación de los perros y gatos “callejeros” en sus colonias.

Fotos: Lilia Villegas y cortesía.